martes, 11 de mayo de 2010

Tarde en la Ciudad: aquí y allá

Filas de autos
impacientes conductores
relinchan
por las ventanas

El aire huele
a café humeante
sobre la mesa

El sol huye
detrás
del puente oxidado


carolina sale
por fin de la covacha
su templo arratonado

las tres

Me derrito en la terraza

dejo mi aureola de hocico oscuro

el viento bambolea

mi pelo crespo

mis patas... ni las siento

Muevo los ojos

el sol más perfecto

detrás de mis párpados

lola 04.10

Bocacalle

Llegué a la bocacalle más peligrosa de la ciudad. Hacía tiempo que los activistas reclamaban un semáforo. Fui frenando de a poco, por las dudas, hice luces en el mismo momento que giré el volante, iluminando la esquina en donde estaba parada ella, que por supuesto, respondió a la seña, claro, pobre, pensó que la iba a leventar, se ilusionó la pobre...Caminó hacia mi, con tanta decisión que estacioné el taxi con el motor en marcha. No pude hacer otra cosa. Brillaba en la quietud de la noche. La ropa apenas tapando lo necesario. Un cuerpo marcado y fornido trastabilló una baldosa con la suela del zapato de taco. Sus piernas interminables se doblaron para derramar su escote por la ventanilla. Se presentó diciendo: “soy René, tengo la noche libre, ¿creés en el destino? tenés una cara de solitario…” y pasó la lengua por sus labios dibujados de rojo. Yo nunca había pensado en el destino.Intentaba convencerme con el gesto, una lenta caricia a su cabellera larga y plateada. Le contesté que otro día la pasaría a buscar. Me dijo que me estaría esperando, que no le falle, al tiempo que revoleaba el pelo sobre la cara para darse vuelta.
A la semana volví a pasar por ahí: la bocacalle estaba ocupada por máquinas y hombres trabajando; los activistas habían logrado que se instale el semáforo. No volví a verla. Y la espero cada tarde y en todas los esquinas.la busco. Mañana se vence mi contrato, Licenciado, no trabajo más en el taxi.¿Sabe algo? ya la extraño.