lunes, 18 de enero de 2010

DESQUICIO

Tengo mucha calle, viajo casi sin parar. Menos por la noche, claro. Ahi solo siento alrededor un oscuro y frio estar, solo unas pocas horas, hasta que como todos los días, alguien me saca. En general es el Carli, que a pesar de su humor de perros habitual me refresca, me pasa brillo, rociándome con el poett jazmín que tanto me gusta.Pero yo estoy preocupado por él porque ultimamente está tan pero tan gordo que hasta los botones de la camisa le explotaron el día que se peleó con el supervisor. En cualquier momento no se va a poder sentar más y ya hace rato que no llega a atarse los cordones. Dicen que en otras épocas, Carli era el más pinta de todos, siempre con dos o tres chichis esperando por vuelta. Pero ahora no lo aguanta ni la mujer, claro, con las arrugas de malo que se le hicieron en la cara y el poco tacto para decir las cosas, todo el día quejándose e insultando al que se le cruce, y los pasajeros son el blanco perefcto, que además se atragantan con sus frenadas. Y esto pasa, yo sé desde cuando, me acuerdo bien el día del accidente... ese freno que se rompió justo y... A mí, me tuvieron que hacer de nuevo todo el frente, tren delantero, parabrisas, caja, todo de nuevo. A Carli, bueno... a él ya no lo pudieron arreglar parece.

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